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Regalo un díaa de ocio en bromas despedidas de solteras restaurantes Fuensalida . s fotografÃas delante, y por primera vez se dio cuenta de la enormidad de la tarea. Aquello no era cuestión de mirar cincuenta fotos, ni siquiera unos cuantos centenares; allà habÃa miles, y el fotógrafo parecÃa ser especialmente inepto, porque las fotos difÃcilmente podÃan resultar menos favorecedoras para los sujetos. Cerró los ojos y se imaginó a los tres hombres que habÃa visto, y a continuac
Regalo un día de turismo en planes para despedidas de solteras restaurantes Onil . rmado, ni habrÃa podido afirmar, que Jesús hubiese reclamado para sà y para los suyos jurisdicción terrenal alguna, ese desinterés de Jesús por las cosas temporales le parecÃa indicio suficiente para, sin pecado, considerar plausible la idea de que Jesús también habÃa preferido la pobreza. Guillermo habÃa hablado con un tono tan humilde, habÃa expresado sus certezas de una manera tan dubitativa, q
Regalo un día de excursión endespedida en casa rural cerca de Almodovar del Campo . ficarse. Abre la llave del oxÃgeno gritó a Sandy. Por espacio de veinte minutos el "Tempestad" se esforzó en avanzar a través del viento furioso, que casi le obligaba a retroceder. Bill tenÃa el rostro cubierto de sudor. La temperatura en el interior de la carlinga era sofocante. Los relámpagos parecÃan apuñalarlos por todos lados, y la pesada artillerÃa celeste rugÃa y tamborileaba en su
Regalo un día de bromas despedidas de solteras restaurantes Fuensalida . odÃa figurarme yo esto ? ¡Es la señorita Ariadne! ?Es estupendo que me haya reconocido en seguida ?contestó la señora Oliver?. ¿Cómo está usted, señora Matcham? ?¡Señorita Ariadne! ¡Qué sorpresa! La señora Oliver pensó que habÃa transcurrido ya mucho tiempo desde la época en que era la señorita Ariadne. En aquella voz cascada de la anciana todavÃa acertó a distinguir una inflexión familiar. ?Entre
Regalo un día de planes para despedidas de solteras restaurantes Onil . nos saliera el puré de lentejas a borbotones por las fosas nasales. Cuando volvió de Cuba yo le traje de vuelta a casa. Todo el mundo estaba congregado delante de la iglesia, es como si lo estuviera viendo aún con mis pobres ojos inútiles: tu padre iba sentado ahà mismo, donde vas tú ahora, con la espalda muy envarada; llevaba un traje blanco de dril y un sombrero de paja trenzada, de esos que lla
Regalo un día de despedida en casa rural cerca de Almodovar del Campo . laban bajito, como acaso hablaran los gladiadores entre sà mientras luchaban por sobrevivir. Sin duda esgrimieron palabras rivales, razones opuestas, pretextos distintos y posibilidades ajenas Uno de los dos debÃa acabar triunfando. Naturalmente, triunfó don Ramón. Palafell fue requerido. Bajó luego a nuestra sección con aspecto cansado. ?Ese don Alberto es un romántico incorregible ?nos dijo
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